miércoles, 7 de febrero de 2007

Mala fama de los barriadenses, con razón

Llevo más de un cuarto de siglo viviendo en este puñetero distrito y me pregunto muchas veces cómo es que hay tal índice de gilipollas por metro cuadrado. De los problemas de limpieza en la zona escribí muchas veces. Sobre la dejadez del ayuntamiento -salvo ahora que están las elecciones a la vuelta de la esquina- también. De que la poli pase por la zona justo cuando no pasa nada para increpar a quien paró en una línea amarilla y que se oculten cuando furgonetas arden, entran a robar en casas diversas, se lían a hostia limpia en la calle los yonkis o revientan las cabinas... De cómo la salud pública de la zona le tira de un webo a sanidad y al ayuntamiento, que los librillos de buenas prácticas ciudadanas para este puñetero distrito no existen. Que no se apliquen normas de convivencia ciudadana en la zona y que el regalín de un perro aquí no valga los 300 euros que vale en Sama o La Felguera. Que tengamos la única pista de correr para perros de cuatro patas y capullos de dos que los acompañan...
Odio este pueblo en el que vivo y desde tiempo ha pienso que hay algo raro en la zona que vuelve idiota a la gente. No sé... el aire contaminado por la química que tenemos en medio del casco urbano o la nueva aluminera que se asienta a 100 metros de mi casa... Pero hoy, fue el colmo. Hace dos días, aquella señora -por llamarla algo que no suene mal- tan limpia que sale de su casa con potas llenas de comida para tirarlas en la pista de correr cuando no arroja directamente la comida sobre la gente que intenta hacer deporte -motivo por el cual deje de correr- vino por la ventana a casa de la otra "señora" que vive enfrente de la ventana de mi cocina y que también tiene la costumbre de tirar paladas de maíz así como pan mojado, lochas de jamón o chorizo por la ventana de su casa -he ahí el motivo de que en la porquería de arbolitos decorativos que tenemos en la barriada crezcan panoyas-. De ahí y tras recoger un cubito lleno de restos de comida se acercó a la generosa esquina que hay bajo la ventana de mi cocina con el ánimo de repartir sus restos con los animalillos del barrio -ratas, gatos, palomas nauseabundas, perros abandonados- con tal suerte de que mi madre la vio. Vivo en un bajo y todo lo que pasa en la calle ocurre dentro de mi casa y viceversa. Mi madre que ya la tenía ganas después de limpiar durante meses el excremento de paloma de la ropa y las ventanas, no lo pudo evitar y le llamó la atención a la del cubito mientras que la otra "señora" miraba desde lejos e incluso se atrevió a venir a ver qué pasaba. Y la del cubito decía que no, que ella no echaba comida a la calle y que nunca me había tirado comida encima, y que sería otra... Pero vamos a ver, si tienes un cubo lleno de desperdicios en la mano... ¿Dónde vas con eso? Supongo que no a cenar de noche... Mi madre con el cabreo terrible diciendo que la próxima vez llamaba a la poli, que si patatín, que si patatán...
Hoy llego a casa y me cuenta mi madre que el marido de la "señora" del calderito, borracho como una perra -en clara alusión a su nombre, el inventor bíblico del vino-, vino a mi casa a llamar de todo a mi madre. Tenía tal pedo que apenas podía articular palabra y lo más curioso de todo es que lo único que consiguió farfullar es que "su mujer es la más limpia de todas" y "por eso estas coja" refiriéndose a mi madre. Y yo me pregunto, ¿cómo se puede ser tan sumamente ignorante como para ir a buscar a una persona que defiende sus derechos a su propia casa y encima acusarla de tener una enfermedad? Claramente, el hecho de vivir aquí lo explica todo. El índice de anormales por metro cuadrado aumenta y esto no lo dicen las estadísticas oficiales.

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2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Hola ! muchas gracias ! te estoy respondiendo el mail y me entra como error que no se puede .

9 de febrero de 2007, 16:53  
Blogger Hiroshige said...

Prueba a cambiar el "isabel" por "hiroshige", todo lo demás tras la @ es igual. A ver si te funciona.

9 de febrero de 2007, 18:32  

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