miércoles, 21 de marzo de 2007

Apología del hijoputismo

El apelativo nada cariñoso "hijo de puta" es algo que se suele llamar a alguien cuando ese alguien hizo algo que te ofendió de tal manera que tienes ganas de matarlo. Muchas veces llamamos así a quien quiera que se preste sin que su pobre madre tenga nada que ver en el acto ni mucho menos trabaje o haya trabajado en la calle. Hoy, más bien dicho, desde que entré por la puerta tengo un cabreo fino. ¿Por qué? Pues porque vivir en un bajo te hace llamar demasiadas veces a la gente "hijos de puta", unas veces con más motivos que otras. Lo usual es que después de casi 30 años viviendo a pie de ruta, te hayas acostumbrado a comer todos los días con los transeúntes que literalmente se te meten en la cocina por la ventana cual presentador de telediario asoma a una televisión. Pero lo peor no es eso, que ya de por sí supone un atentado a la intimidad que se puede solucionar con el simple y mero hecho de colocar unas cortinas o simplemente cerrar totalmente las actuales, porque en mi casa hay cortinas en esas ventanas por las que penetran todos los días mil y un ojos avizores. Lo peor es cuando el atentado es contra las personas que viven dentro de esta casa y se produce de manera totalmente física. Contra nuestras ventanas han aterrizado latas de refrescos, abiertas y con el refresco dentro, bocadillos, mierda de animales varios -venida desde las alturas-, pañuelos usados, latas de comida vacías, aceite quemado, lejía, agua sucia... Todo esto último venido del cielo sin haberlo pedido, como todo lo que viene del cielo. Pero lo de hoy extralimitó todo lo soportable: cuatro "hijos de puta," porque no se les puede llamar de otra manera, a refugio de la lluvia en el banco que hay bajo la ventana de mi cocina, vieron a mi madre en su casa, sentada al lado de la ventana. No contentos con amargarte con sus gritos, intentaron asomarse para ver que había dentro. Y mi madre que más que cauta es tonta, no les dijo nada y se limitó a mirar de vez en cuando. Se fueron y volvieron con un huevo podre que quedó empotrado y desperdigado por toda la ventana con la consiguiente peste -pudo ser una muestra de cariño para la cultura "hijoputense" que no entendimos-, saliendo por patas los "hijos de puta".
Sucesos como este me hacen preguntarme sobre quién será el mentiroso que hace las estadísticas de seguridad ciudadana que dice que en Asturias "estamos de puta madre" y que no hay delitos. También me pregunto sobre qué me impide tener una escopeta en casa para defenderme dentro de mi propia casa. Y lo peor de todo es que me sorprendo a mi misma teniendo ideas de carácter fascistoide: cogía a todos estos "hijos de puta" y un bate de beisbol y les daba hostias hasta que se me rompiera el bate o los brazos.
¿De donde viene esta raciella de descendientes del trabajo de la calle de sus madres? Pues los hay en todos los sitios y en todas familias, pero desde que se comenzó a ejercer la integración en la zona, la jodimos. Literalmente. Antes había problemas de droga. Ahora hay negocio. Antes te atracaban. Ahora fomentas la cooperación y vida de los integrados con tu propia economía. Se metieron en las casas desocupadas multitud de familias gitanas, unos mejores y otros peores. Unos negocian con la pasta que te roban su droguilla por la calle y otros no te enteras de que existen. Desgraciadamente los que peor lo hacen son los que dan la fama a los otros, como en todo. Desde hace un año, una familia más llegó a la zona con cuatro niñatas que se dedican a tocar los cojones a todo dios para ver si pueden montar un jaleo y sacar algo. Por el camino a casa varias veces me las crucé y lo que menos es llamarte puta a ver si reaccionas -"no mira niña, puta tu madre"-. Hoy una de estas "hijas de puta" que no tienen ni quince años, junto con otros tres desarrapados sociales -literalmente a uno se lo puede ver con medio cuerpo dentro de los contenedores de basura de la zona y la mierda que trae encima a eso se debe de deber-, invadieron la intimidad de mi casa -con puertas y ventanas cerradas, no se le ocurra a nadie pensar que vamos provocando- y sin que nadie desde dentro de la vivienda picara por un posible altercado.
Por eso y por el pedazo de cabreo que tengo, digo yo que las estadísticas de seguridad ciudadana de Asturias me las paso por el forro de lo que no tengo y que venga ese individuo que alardea de las mismas a vivir a este puto pueblo, sin guardaespaldas. Y es que es para pensárselo, porque estos "hijos de puta" van a volver. ¿Qué haces? ¿Tragas mierda hasta que se cansen o le das una paliza a uno, le pasas una paga el resto de su vida de mierda y tú te pudres en la cárcel y bajo el seudónimo de racista?¿Es más factible darle media hostia a uno -porque entera no tienen donde llevarla- y que te linche su familia -táctica habitual por otro lado-?
No me siento segura ni en mi propia casa, mientras imagino como destrozo un bate en la cabeza del "hijo de puta" del huevo podre contra el cristal de mi casa la próxima vez que vuelvan.

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2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Ten tu momento de satisfacción... gasolina, mechero... digo... grábalo, de algo servirá ¿O soy demasiado optimista?

22 de marzo de 2007, 0:30  
Blogger Hiroshige said...

No lo sé, pero me parece a mi que esto está alcanzando extremos inaguantables y nadie hace nada por solucionarlo porque de nada sirve llamar a la policía ni quejarse en el ayuntamiento :-(

22 de marzo de 2007, 10:03  

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