lunes, 28 de mayo de 2007

Democracia filibustera

Los adjetivos son por lo general complementos del nombre que lo refuerzan o enfocan hacia una dirección determinada. No es lo mismo decir cálida noche que noche cálida y el matiz se redondea según el orden en que se coloque el adjetivo. Se tiende a aplicar adjetivos para todo porque no vale decir noche a secas porque sólo entenderemos hoy una oscuridad sesgada por la luz de una bombilla de alumbrado público aquellos que vivamos en zonas urbanas. Sin embargo, los que puedan presumir de vivir en medios rurales entenderán oscuridad iluminada por un cielo estrellado, que desgraciadamente nosotros no podemos ver.
Casi podría interpretarse un poco como el mito de la caverna llevado a un extremo. Mientras unos ven la sombra hasta tal punto de creerla real y al ver la realidad, la creen una ficción, otros tienen la oportunidad de ver la realidad e interpretar la ficción como tal, cuando se les presente delante.
Volvamos a los adjetivos. Siempre se aplican adjetivos que llenan la boca: Saludable se dice mucho y se aplica poco, de hace unos años para acá todo es saludable. Auténtico es otro que lo marca todo pero si buscamos su sentido en un fondo nunca lo encontramos. Social es otro término que se aplica a todo, pero desgraciadamente por el que poco se hace. Corrupto, últimamente en el sentido urbanístico, todo cae bajo su influjo. Histórico, el aplicado más a la larga y el que centra esta perorata.
Todo tiene un algo histórico, pero ¿qué es histórico propiamente dicho? Yo a veces me considero histórica aunque otros prefieran llamarme histérica. ¿Por qué? Porque me siento anciana, que no vieja ni antigua. ¿Cuándo se tiende a considerar algo histórico? Pues no lo sé. Lo que pasó ayer perfectamente puede ser histórico, con mayor o menor repercusión: el hecho de que ayer desgastase la tarde y la funda del sofá puede no significar nada para alguien ajeno, pero sin embargo es histórico para mi ya que durante mucho tiempo yo no tuve un sofá donde perder el tiempo.
Luego está el tema de las aplicaciones más monumentales. Por ejemplo: existen las comunidades históricas, los sucesos históricos, los problemas históricos, las deudas históricas, el voto histórico...
A ahora, el asunto de los medios de masas. Estamos tan aborregados que cuando un mass-media de estos nos dice "tomar esto es saludable, pero sólo esto determinado porque es el auténtico aunque haya otros, porque el nuestro trae beneficios sociales y lo otro es puramente corrupto, estando demostrado por el devenir histórico" y vamos y nos lo tomamos pensando que mañana dejaré de levantarme con la saturación cromática al 10% para aparecer en todo mi color...
Tanto nos influyen los medios de masas que aunque a ciencia cierta podamos pensar por nosotros mismos, es lo que tanto te bombardea lo que vas a escoger. Por ejemplo, ¿a quien se le puede ocurrir que las cosas pueden cambiar y las regiones históricas con voto de X partido van a cambiar cuando históricamente votan por los mismos? Y a mi me surge la duda de que si las situaciones históricas cambian, también cambian las personas y por ende, lo que representan, por lo que mi voto histórico puede no serlo tanto y cambiar si la situación así me lo pide.
El problema aumenta cuando ya no es el voto histórico con lo que jugamos, si no con la población histórica. Históricamente los municipios más reducidos en cuanto a número de habitantes se refiere presentan una población envejecida, en su mayor parte jubilados o pensionistas de edad avanzada. Al contrario, las zonas de mayor concentración de población presentan un índice de población mayor y más joven. ¿Qué significa esto? El motivo del cambio. A un anciano se le puede asustar y a una edad avanzada lo único que se quiere es la estabilidad, motivo por el cual si yo te digo que otro va a venir y quitarte la pensión, tú coges tirria a aquel. Y si te digo que como cuando eras joven, yo soy el futuro, vas y te lo crees. ¿Por qué? Por ser histórico.
Sin embargo en lo que a una persona relativamente más joven, sin pensión pero con mil deudas, se refiere, no se le puede asustar al menos de la misma manera ya que pensión no tiene -y futuro estable tampoco- y no se puede estar peor. Por ello, es aquí donde se puede dar una expectativa al cambio. Y esto pudo ser el motivo de lo que pasó ayer. Es triste.
Cualquiera es libre de pensar, libre de actuar... o tal vez no. Nos regimos por códigos de colores, elegimos a partidos sin pensar en qué hay detrás de unas siglas pero imaginando que son lo que eran y no nos damos cuenta de que las situaciones cambian, las personas cambian lo que tienen alrededor y esto trae repercusiones, que los amarillos cambian de color tornándose morados en su actuar aunque su nombre siga siendo el amarillo.
Se dice que unos son de derechas, otros de izquierdas y luego están los centristas, sin pararnos a pensar que identificamos esos adjetivos con la posición que ocupaban en determinado lugar y que posteriormente los asimilamos con una forma de actuar que cambia con el momento, pero creemos que siguen siendo los mismos históricos con su misma conducta histórica.
Luego es cuando protestamos de lo mal que está todo pero no nos damos cuenta de que volvimos a tropezar con la misma piedra histórica. Y nos quejamos, pero no hacemos nada por el cambio porque históricamente siempre fue así, aunque en nuestras manos esté el cambiar y ninguna persona sea digna de amenazar a otra.

Hace unos años presidí una mesa electoral y tuve la bochornosa oportunidad de ver a ciertos elementos -cuyo nombre desconozco y de cuya cara no me acuerdo- traer a gente que apenas podía moverse de la cama de asilo donde estaba, mientras los sujetaban con un brazo a ellos y en el otro portaban un sobre electoral y el carnet de la persona. Una vergüenza. Pero más vergüenza es aun que a la misma gente se le coloque junto con el tazón de desayuno un sobre y la advertencia de "si no es a estos, no es". Una vergüenza que se repite una y otra vez.
Y aunque parezca que vivimos en Venezuela, a esto le llaman democracia...

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