miércoles, 31 de octubre de 2007

El enano sonorizador

Hoy tengo el día polémico de narices -debe ser un efecto secundario del pedazo dolor de estómago que me dieron los antibióticos ayer otra vez-. Así que voy a seguir repartiendo leña.

Hace unos cuantos años, allá por primero del instituto, tuve la maravillosa experiencia de asistir a clases de lógica y filosofía. Así: todo revuelto.

Uno de los dilemas que nos planteó el profesor y del que todavía me acuerdo de vez en cuando porque es una cuestión de crucial importancia para muchas situaciones en la vida, era el de "si un árbol se cae en un bosque y no hay nadie cerca, ¿hace ruido?". Parece una gilipollez pero es una cuestión que tiene su intríngulis. Indudablemente de aquella ya tenía el gen tocapelotas activo:

- Por supuesto.

- ¿Estaba usted allí para comprobarlo?

- No

- ¿Entonces cómo sabe que hace ruido?

- Es una cuestión de lógica.

- Sí, pero si nadie está en ese momento para comprobarlo, es posible que no haga ruido...

- Efectivamente. Entonces creo que hace ruido porque hay un enanito del bosque que se dedica a pegar voces simulando el ruido de caída de árbol cada vez que un árbol se cae y no hay nadie alrededor...

- Eso es una estupidez...

- Sin duda, pero no había nadie en la zona para que me dijera que el enanito no estaba allí pegando voces...

- Tiene usted razón.

Mi teoría del enano voceras surtió efecto, pero la paradoja del árbol solitario haciendo ruido al caer es una simple cuestión de conocimiento adquirido similar al de aquellas palomas que tocaban el piano para recibir comida: si x veces haces una cosa y tiene un efecto determinado, sabrás que si vuelves a hacerla, volverá a pasar lo mismo. ¿Pero quién confirma que si la cosa pasa no habiendo nadie cerca no pasará otra cosa diferente? Las condiciones no son las mismas, luego el resultado puede no llegar a ser el mismo... Lógica pura y simple.

Y es que esto mismo se puede aplicar a muchas cuestiones de la vida.
Por ejemplo: conoces a una persona. Durante muchos años tienes una relación con ella y crees que la conoces más a fondo. Y un buen día decides que conoces todas sus costumbres, sus hábitos, su forma de actuar e incluso lo que hace cuando tú no estás con ella. Y es en ese preciso momento cuando te sorprendes un día cuando alguien te pregunta eso de "¿Que ahora estudias? ¿Por qué?" y te sale del alma eso que piensas pero no dices y te muerdes la lengua hasta sangrar de "sí, es que me entretengo con cualquier cosa..." y sigues pensando eso de "¿será posible que haya gente que piense que cuando no estoy presente soy una muñeca sentada en un sofá que ve pasar las horas con ojos vidriosos y sin parpadear hasta que se la coloca en postura horizontal, momento en que los cierra, o que me activo cuando alguien menciona las palabras mágicas tomar café?".

Indudablemente mi enanito del bosque no se quedó afónico y sigue pegando voces tantos años después. Un poco más retorcido, pero es normal: la edad nos vuelve a todos más ariscos.

A mí más...

Etiquetas: