miércoles, 21 de noviembre de 2007

Triunfos de ceniza, allá vamos

Hay un dicho en esta vida que es real a más no poder: dicen que unos nacen con estrella y otros estrellados. Si aplicamos esto a mi caso, la cuestión sería que me encuentro en el segundo grupo desde tiempos inmemoriales, y no sólo eso, si no que si hay que buscar una comparación al estrellamiento, esta sería una similar a aquel Premio Darwin que colocó en la parte posterior de su furgoneta un motor a reacción, lo encendió a comienzo de una enorme recta y el mayor pedazo de paisano que encontraron fue del tamaño de una uña ya que cuando la recta llegó a su fin, "no pudo ni frenar ni girar y mucho menos apagar el motor"...

Es curioso, pero hay algunos que parecemos predeterminados a cagarla, sea lo que sea, cuando sea y donde sea. Por ejemplo, así, a groso modo, en una semana: compra uno un perchero y viene perfecto, sólo que no trae por dónde colgarlo porque a alguien se le olvidó colocar las sujeciones, vuelve ese uno con el perchero a la tienda, le colocan las sujeciones y las colocan a diferentes alturas, con lo cual, el perchero queda un poco torcido pese a estar los herrajes de la pared derechos; adquiere uno un transportín para el gato y viene mal; va uno a una ferretería y compra dos alcayatas, con tal suerte que una no tiene rosca; hace uno unos exámenes de puta madre y suspende incluso los que aun no ha realizado... Vamos, lo que se dice montar un circo y que se convierta en una clínica de crecimiento para enanos.

Y claro, luego es de extrañar que la moral de ese uno, una en este caso, no se ande por los suelos, como viene siendo habitual en eso de los últimos 29 años de su vida de 29. Gracias a dios, si es que existe, o a quien sea, en este mundo existe la ironía, que si no, ya me había tirado por la ventana hace tiempo, pero claro, las cosas antes de hacerlas hay que pensarlas y... si te tiras por la ventana de un bajo no harías otra cosa más que el ridículo y con suerte, quedar colgada por una pierna del tendal, con lo cual el bochorno y sentimiento de impotencia irían en aumento hasta la llegada de los bomberos para bajar a la escalabrada.

Luego está el tema de los momentos de gloria, porque incluso los estrellados los tenemos. Por ejemplo: hay cosas de las que me banaglorio -sí, sí, "b"anagloriarse de banal y gloria- en esta vida, como lo del libro. Soy la única persona que conozco que tiene un libro publicado que pasó directamente de su sótano al sótano de una consejería. Libros de sótano, una acepción nueva junto con la de libros de cuneta, muy conocida en esta comunidad autónoma, al menos en la anterior legislatura, cuando las cagadas con las publicaciones eran exoneradas de sus penas siendo arrojadas estas a las cunetas. Ahora se dejan en un sótano hasta que el asunto se olvide para proceder -supongo- dentro de x años a reciclar el papel ya reciclado sobre el que están impresos. ¡Qué buena gente que vela por el medio ambiente y despilfarra fondos públicos para poder velar por el medio ambiente!

No sólo hubo ese momento de gloria -vana- si no que hubo muchos más, pero viendo el devenir de las cosas, ante alguna gloria vana, es para pensarse eso de... "Joder, y ahora ¿qué hago? ¿Me alegro o paso directamente al modo "más jodida que el gobierno?" Porque claro, no sabes muy bien por dónde ni cuando va a venir la hostia, pero sabes que las alegrías duran más bien poco y la hostia está asegurada, aunque la nuca ya la tienes curtida de llevar tantas...

Y es que las cosas raras y los fenómenos extraños no son sólo cosa del señor este de Cuarto Milenio y las 3000 bombas atómicas de Hiroshima -¿desinformación o simple estupidez para acojonar aun más si se puede al público creyente, o mejor dicho crédulo?-. Porque claro, o las desgracias se juntan o mi desgraciómetro personal las atrae como moscas a la mierda. No es que se pretenda dar pena ni mucho menos, cada uno convive con lo que le toca y dentro de lo que cabe yo tengo suerte, una muy torcida pero la tengo. Que no se me apene nadie, esto es como Wilt, la estupenda historia de un pupas: pura ironía y carcajadas. Si alguien no lo leyó, se lo recomendaría encarecidamente ya que, por lo menos, se pasa un buen rato y para los vagos hay película.

Entre esos fenómenos paranormales está el último: tener un gato que le guste al agua. La primera noticia de un caso similar que tuve fue en un libro de Katherine Neville que no recuerdo -o el Ocho o el Círculo Mágico-, cuya protagonista tenía un supergato adicto al agua. Pues el mio igual. Le gusta tanto que se mete debajo del chorro de agua cuando lo duchas y no contento con eso, cuando no lo duchas y te duchas hace lo mismo. Cuando friegas el suelo, intenta lavarse con el agua del cubo y cuando todo lo anterior no es posible, se tira al water, lo cual me genera dudas.

Mmm, ¿este gato que será rarito o es influencia de la dueña por eso de que cada mascota se parece a su amo? ¿Tan mal lo trato que intentó suicidándose metiéndose en el water pero el pobre no llegó a tirar de la cisterna?

En fin... que cosas tan raras pasan en este mundo.

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2 Comments:

Blogger Steloide said...

¡Y te quejas! me pareces de lo más afortunada ;-) Besos y ánimos nena

22 de noviembre de 2007, 21:00  
Blogger Hiroshige said...

Son exorcismos Steloide, de vez en cuadno hacen falta. Ya sabes, desahogan ;-)

22 de noviembre de 2007, 23:40  

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