lunes, 18 de febrero de 2008

¿Verde claro o verde oscuro?

Soy repunante con la comida, bueno, los test de tonterías que se hacen en las escuelas de idiomas dicen que tiendo a la categoría de "gourmet", aunque no tengo claro qué quiere decir, pero sí tengo claras ciertas cosas.

No es que me tenga por Arzac ni mucho menos. No me da por hacer disertaciones sobre el color o la calidad de las legumbres. No combino las setas, tras recogerlas en el bosque más fastuoso, con el mejor vino para la ocasión, pero sí me gusta hacer otras cosillas. Como por ejemplo: visitar la plaza de abastos para la compra de pescado fresco, reconocer que en ella están -a veces- los productos más frescos, mirarlo todo antes de comprar y, si en un lugar que se tenga por restaurante o similar, pido una ensalada, espero que la lechuga no sea de plástico, al igual que si lo que pides se llama ensalada, espero que haya lechuga. Otra cosa es que ponga "de X" y haya de todo menos verde.

El sábado caímos en una comida familiar por una sidrería céntrica donde se suele tomar sidra en una atractiva terraza cuando hay solete y siempre está hasta atrás. La conclusión fue: hay que colgar a quien cocine o atarlo en una silla y ponerle un par de palillos en los ojos para que no se le cierren mientras que se le pasa el programa de Arguiñano como mil veces o así. A ver si aprende algo.

La paella era digna de cimentar obras públicas o sujetar baldosas firmemente pegadas al suelo. No sólo estaba tan sumamente pasada que no había granos de arroz si no albóndigas de una masa extraña compuesta por una amalgama de pescado -perceptible simplemente por el sabor del mismo en el compuesto- y marisco, sobrecocido por no decir "acojonado" encima del mondongo, si no que encima preguntaron si estaba buena: divina de la muerte.

A la petición de ensalada llegó un plato -de diseño, cuadradito, eso sí- cuyo contenido se componía por varios montones de vegetales y animales macerados: uno de aceitunas, otro de unos trozos de cebolla por no decir que las cebollas venían enteras o cortadas a la mitad, tomate loncheado, una pizca de zanahoria rallada de bote, dos boquerones en vinagre, varios pedazos de atún del bueno, y una cosa entre color verde claro y textura plasticosa-dura que era la lechuga.

Con un día de lleno absoluto, a cualquiera se le puede pasar una paella, aunque sea hasta extremos infinitos, pero servir una ensalada de lechuga iceberg es insultar al cliente.

Una ensalada mixta es un plato donde se ha de utilizar "lechuga", de la que dice la RAE:

lechuga.

(Del lat. lactūca).

1. f. Planta herbácea de la familia de las Compuestas, con tallo ramoso de cuatro a seis decímetros de altura, hojas grandes, radicales, blandas, nerviosas, trasovadas, enteras o serradas, flores en muchas cabezuelas y de pétalos amarillentos, y fruto seco, gris, comprimido, con una sola semilla. Es originaria de la India, se cultiva en las huertas y hay de ella muchas variedades. Las hojas son comestibles, y del tallo se puede extraer abundante látex de sabor agradable.

Vamos, principalmente de hojas blandas y con varias variedades "comestibles".

¿Es tanto pedir una ensalada mixta con lechuga verde, me da igual asturiana que de casa dios?

Estoy empezando a sospechar que en base a cómo sea la ensalada que te sirvan en un restaurante, se puede evaluar la calidad global de su cocina sin equivocarse demasiado.

Si es que desde que Crazycow me trajo el vinagre de frambuesa y me hago esas pedazo ensaladas en casa, me pongo tonta con las de los bares. Manda webos, que antes de pedir y con la carta en la mano me surjan preguntas tales como...

... Disculpe, ¿de qué color es la lechuga de la ensalada?...
... ¿Me podría decir si lleva lechuga la ensalada?...
... ¿Las patatas ali oli son fritas o cocidas?...

Buf, que petarda soy. No se puede cocinar en casa que luego las comparaciones son odiosas.

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5 Comments:

Blogger Laurix said...

puf... si es que a veces en los restaurantes te encuentras cada cosa...

19 de febrero de 2008, 10:19  
Anonymous Anónimo said...

Pues para mí es peor lo del arroz. Anda que no he ido veces a comer arroz por ahí y sólo he disfrutado en un restaurante de Guadalajara como para pagar esos 22 euros cabeza que, visto lo visto, son los únicos bien pagados. ¿Un arroz pasado? ¿Duro? No hay cosa que más rabia me de a excepción de un solomillo "poco hecho" que haya pasado horas en la plancha... Esas dos cosas destrozan una cocina...

Es como comer cocido fuera de Madrid, porque el cocido no madrileño no es cocido... Hacen cada invento...

19 de febrero de 2008, 13:33  
Blogger Hiroshige said...

Laurix, ya te digo.

Velice, para mi es que las paellas es algo que se puede estropear fácilmente, pero la lechuga que no va ni cocinada... Cuando vengas por Asturias, camino de Tazones hay un sitio que se llama "El Catalín": la mejor paella de mariscos que comí nunca. Por cierto, que en mi casa no se hace cocido madrileño, se hacen garbanzos como los hacía welina ;-)

19 de febrero de 2008, 22:19  
Anonymous Anónimo said...

Ummmm, paella... Yo el que suelo pedir es el arroz con bogavante ñam ñam ñam... Me encanta :D

Y la paella de verdad aún no la probé. En casa lo llaman paella pero es arroz con pollo o con conejo ^^

Yo es que no suelo pedir ensalada fuera de casa... Con eso de las cebollas que meten en agua... que asquito.

PD: Claro, es como el pote gallego que se hace en madrid que no es pote ni nada xD

21 de febrero de 2008, 9:30  
Blogger Hiroshige said...

Yo es que las cosas con marisco fuera de casa no me van demasiado, más que nada por tener que pringar las manos x-D
Lo de la cebolla en agua, no me cuadra. Al menos donde yo curre.

25 de febrero de 2008, 23:02  

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