domingo, 20 de julio de 2008

Conmoción post mortem

Hay algo que choca muchísimo y siempre pasa, allá donde se esté o se mire: cuando alguien muere, siempre se dice que era una gran persona, aunque en vida haya sido lo más rastrero que pisase la tierra. Debe de ser un efecto de eso que se llama memoria selectiva, o más bien un ejemplo de la hipocresía brutal del ser humano aplicable a los velatorios donde nunca se escucharía algo del tipo de:

- ¿Lo conocías? Era un tío cojonudo. Todo el mundo lo quería.

- ¿Pero qué dices? Era un pedazo de hijo de puta, seguro que su mujer quedó contenta ahora que se libró de él...

Pero el dicho no es tan sólo aplicable a la persona, ya que con los animales pasa lo mismo, aunque tengo mis dudas de que fuera el mismo animal: hoy visitando Widelec me encontré con el presunto "Mansín", ese urogallo residente en cierto municipio de la zona recientemente asesinado por ¿un perro? Y es que si era la misma "persona", al principio sus ataques -según la prensa- ponían en peligro a la población, pero debió ser cosa de la adaptación -o de que no fuera el mismo pollo-, que las cosas cambian.

Viendo el jaleo que se montó en la prensa -regional y otras- con este deleznable suceso, se nota que en verano no hay noticias más importantes, más o menos como el resto del año. Habría que ver si el mansín era el mismo animal que meses antes causaba el terror en las calles, pero... Una vez muerto, qué grande era (el muy hijo de urogalla).



Tamos guapos.

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