domingo, 9 de mayo de 2010

Una de ritos iniciáticos

Me he colado en un rito un tanto extraño: había una gran cantidad de acólitos que acudían con sus mejores galas al suceso. Dos individuos ataviados con una especie de capas miraban desde lo alto de unas escaleras a los demás mientras parloteaban como cotorras trozos presuntamente escogidos de un libro. En ellos hablaban de cosas como dar ejemplo en las buenas costumbres, los orígenes de los nombres de las gentes, alucinaciones colectivas con ciudades doradas... y entre todo este parloteo surgía música y los acólitos cantaban. Algunos incluso cantaban antes de que llegase el momento e incluso alguno murmuraba lo que iba a decir el de la capa blanca en voz baja y con un movimiento más propio de una especie de trance que de otra cosa.
El de la capa tenía un gran poder de convicción pues a una palabra la gente se sentaba y se levantaba, y pese a tener que hacerlo unas diez veces seguidas, seguían haciéndolo sin rechistar...
En un momento dado se tocó el tema del sacrificio y estos dos personajes ¡no sólo se comieron a su presunto dios si no que se lo ofrecieron al público!
Luego, se mojó la cabeza a cinco pequeños nuevos miembros de la secta, con lloros incluidos, y se prendió fuego en una extraña vela, de un velón tamaño salvaje, ya que no valía de un mechero normal y corriente...

Luego, muchos se dieron la mano y todos salimos por la puerta, aliviados de que hubiera terminado.

Desde un punto de vista sincero, fue algo un poco hipócrita: una católica no practicante que hace de madrina para un bautizo es como que un ex-alcohólico te lleve de juerga, sabes que te va a salir rana la jugada.

Desde un punto de vista personal: una madrina es algo más que quien permite que le mojen la cabeza al crío, es una persona familiar que estará allí el día que el crío necesite de su ayuda, cosa que quizás tenga que ver con el cristianismo primitivo pero no con el catolicismo moderno.

Desde un punto de vista lógico, me pregunto quién repartió los porros antes de entrar al rito que no me dieron uno...

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