jueves, 12 de agosto de 2010

Impersonal

Si dijese que un gran vicio que tengo es ir a Ikea no sería nada nuevo, es más, creo que lo comparto con muchísima gente de la que conozco, todas ellas féminas curiosamente.

Hay de todo, todo ello perfectamente adaptable y, aunque sea verdad eso de que las calidades materiales no son las mejores, yo diría que tiene un par de cosas su favor: la mayor parte de las cosas tienen un precio moderado por lo que pueden utilizarse en un caso de emergencia tipo amueblar una casa con urgencia por cuatro duros, y sus productos son los únicos que incitan a cambiarlos.

La segunda es la que más me llama, principalmente porque nadie se compra un mueble que le valga una pasta y se le ocurre darle una capa de pintura en otro tono, cambiarle las puertas de sitio y mucho menos atornillarlo a otro mueble distinto para generar una combinación nueva. Mucho menos se te ocurre utilizar un mueble de baño en una habitación distinta... Pero aquí, toooda la tienda es reutilizable, customizable y accesible para economías sumergidas -casi toda-.

Y es que está en todos lados: sus productos se encuentran en películas, en tiendas que visitamos normalmente... ni qué decir tiene que en las casas de los colegas, por supuesto.

Sólo hay una cosa que me disgusta: las láminas y la mayor parte de los cuadros.

No sé cuál será la opinión del resto del mundo pero desde mi punto de vista, los cuadros es uno de los objetos que mayor definen la personalidad de una vivienda y, por ende, de sus ocupantes: nada como colgar las típicas láminas que se venden al 3 x 2 para transmitir una sensación de desapego tremenda por tu casa, aunque también puede ser que lo que se transmita sea una extensión de la personalidad de sus ocupantes...

Como me contaban el otro día, una línea blanca sobre fondo negro firmada por un "famoso artista" muy recomendado por "entendidos" y que "costó una pasta aunque no me guste" equivale a estos adornos de pared seriados que se pueden encontrar en múltiples lugares.

Mirando el catálogo de láminas de esta tienda, no hubo una sola que transmitiese una sensación cálida -bueno, en la tienda tienen unos cuantos apaños de Klimt que a mi personalmente me llaman la atención-. Todas son anodinas y muchas de ellas frías, sensación que aumenta gracias al uso del blanco y negro.

Quizás esté hoy demasiado tiquismiquis. Quizás me haya levantado criticona, pero si uno no se encuentra a gusto en su propia casa, difícilmente le transmitirá a su decoración esa sensación.

¿Que llena uno la casa de trastos inútiles? La decoración es lo que tiene, aunque no por decorar se ha de colocar cosas en todos lados.

Hay ciertas revistas de decoración que más que mostrar viviendas, lo que muestran son espacios vacíos, deshabitados, más cercanos al escaparate que a lo que una vivienda utilizada normalmente podría ser.

Son, ciertamente, impersonales ya que la huella de sus ocupantes no se encuentra presente en ellas.

Casi es mejor tener colgado de la puerta de la nevera un garabato de tu sobrino sobre un papel reutilizado, que un cuadro original que te costó una pasta y que ni siquiera a ti te gusta. Al menos el primero te sugiere algo, aunque sea que has de guardar bajo llave los papeles importantes cuando el crío te visite ;-)

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